Si yo hubiese tenido la extraña oportunidad de ser un adolescente para mediados de los 70´s, y se hubiera dado la justa casualidad de poder estar en New York para esa época, seguramente que me hubiese dado una vuelta por el CBGB, clubcito cuyas siglas se traducían en “Country, Bluegrass & Blues”, y que irónicamente terminaría engendrando un movimiento artístico y cultural cuyos ecos cruzarían el océano, que se le daría de nombre Punk.
Sin duda alguna que hubiese ido más de una vez. Y hubiera gozado con The Ramones, y Talking Heads, Blondie, y B-52´s. Y sin duda alguna con los más subversivos, descastados y extraños de todos: Suicide. O cómo demostrar que un dúo de tecno minimalista era Punk. O cómo el Punk es, invariablemente más una actitud que un género musical.
El primer disco de ésta bonita banda editado en 1977 y llamado simplemente “Suicide” (conocido popularmente como “First Album”) es un ataque frontal de tecno-punk-blues-rockabilly-avant-garde- minimalista. Sus dos únicos miembros, Alan Vega (voz) y Martin Rev (Sintetizadores y demás implementos electrónicos) crearon un híbrido increíble, impensado para la época, y absolutamente solemne. No había facilismos ni clichés (y si los habían, sonaban a propios). Es tal vez, uno de los eslabones perdidos de lo que hoy conocemos como música “moderna”. Reconocida influencia de bandas y músicos tan disímiles como Joy Division Bruce Springsteen, Henry Rollins, New Order, Nick Cave y R.E.M. Es un clásico que muchos desconocen y algunos pocos admiramos con pasión. Verdadera pasión.
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